Esta noche nos ha dejado un Valiente, nuestro compañero Pablo Rodríguez Peña, un ejemplo de persona por su lealtad, un ejemplo de sindicalista por su decencia, honestidad y dignidad.
Cuando llegué a mi empresa en el 88, lo que buscaba era un empleo estable con la posibilidad de estar fijo en un tiempo y así hacer planes en el futuro. La empresa me lo dió, pero por aquellos entonces las condiciones de trabajo no eran ni de lejos las de ahora. Muy pocos libres y poco dinero (comparando los de mi sector).
Pablo representó por aquellos entonces un soplo de aire fresco para muchos de nosotros, y gracias a su empuje y valentía, se emprendieron muchos cambios a primeros de los 90, mucho le debemos de lo que ahora disfrutamos, y pagó con el despido esa valentía y lealtad a sus ideales.
Ha muerto un valiente, un luchador.
D.E.P
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